martes, 31 de enero de 2017

Para poder ser feliz, debes amar. Porque parte de la felicidad consiste en sentir en el corazón esa llama avivada que hace que aún en medio del desierto, puedas sentir tu corazón inundado de amor.

El corazón late mejor cuando siente alegría y emoción. Cuando está sano porque hay paz en su interior. Cuando no siente iras, ni contiendas, ni amarguras. Cuando renuncia a la tristeza, porque sabe que no será eterna.

Para vivir a plenitud hay que respirar con libertad. Hay que recibir, pero también dar. Quien ama, temprano o tarde, recogerá el fruto. ¡Sonríe, piensa de forma positiva, deshazte del negativismo!

Toma tus decisiones, trabaja y lucha por hacer realidad tus sueños. Y cuando menos lo imagines, abrirás tus ojos y te verás donde esperabas o mucho más lejos aún, riendo satisfecho.

Pero para vivir mejor, hay que amar, amar, amar..

Desconozco a su autor

lunes, 30 de enero de 2017

Las palabras no las lleva el viento, las palabras dejan huella, tienen poder e influyen positiva o negativamente…

Las palabras curan o hieren a una persona.

Por eso mismo, los griegos decían que la palabra era divina y los filósofos elogiaban el silencio.

Piensa en esto y cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, y cuida tus palabras, porque ellas marcan tu destino. Piensa muy bien antes de hablar, cálmate cuando estés airado o resentido y habla sólo cuando estés en paz. De las palabras depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra.

Una cometa se puede recoger después de echarla a volar, pero las palabras jamás se podrán recoger una vez que han salido de nuestra Las palabras tienen mucha fuerza, con ellas podemos destruir lo que hemos tardado tanto tiempo en construir.

Cuantas veces una palabra fuera de lugar es capaz de arruinar algo por lo que hemos luchado, cuantas veces una palabra de aliento tiene el poder de regenerarnos y darnos paz.

Las palabras insultantes o despectivas nunca han creado algo edificante. Con el uso de expresiones agresivas, lastimamos a las personas provocando heridas creando resentimientos y dolor, que se volverán a nosotros…

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado papel y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado.

Las palabras son la manifestación de nuestro mundo interior, al cuidar de nuestro lenguaje purificamos nuestro mundo interior.

Muchas enfermedades son únicamente el producto de nuestros pensamientos desequilibrados. La violencia, las mentiras, el resentimiento y tantas otras cosas existen y conviven con nosotros en este mundo

Ante ello tenemos que cultivar cualidades de amor, verdad y gratitud, creando un sólido mundo interior en donde la bondad y la verdad brillen; para luego extender este mundo interior a las personas de nuestro alrededor.

Una palabra amable: puede suavizar las cosas. Una palabra alegre: puede iluminar el d í a. Una palabra oportuna: puede aliviar la carga. Una palabra de amor: puede curar y dar felicidad. Una palabra irresponsable: puede encender discordias. Una palabra cruel: puede arruinar una vida.

Una palabra de resentimiento: puede causar odio. Una palabra brutal: puede herir o matar.

¡Las palabras son vivas! ¡Bendicen o maldicen, alientan o abaten, salvan o condenan!

Desconozco a su autor

viernes, 27 de enero de 2017

Qué fácil es hablar del perdón, pero que difícil es darlo.

Algunos han dicho que es un don el saber que estamos equivocados y que podemos ser perdonados; pero ¿qué pasa con los que se equivocan y nos hacen daño?

Algunas veces deseamos castigar a dicha persona, pero quienes salen más castigados somos nosotros mismos y para liberarnos es necesario renunciar a esos sentimientos dolorosos que no son nuestros, sino que son de quien nos hizo daño, y hay que dejarlos ir.

Cuándo sucede esto, me pregunto, ¿qué hubiera yo hecho en lugar de la otra persona que me hizo daño, si yo hubiera estado en la misma situación y circunstancias?

Casi siempre concluyo que en ese momento, lo que hizo esa persona fue su mejor opción para él, aunque no para mí, y lo que la otra persona hizo fue sólo protegerse, no fue su intención hacerme daño.

¿Acaso no hice sentir yo alguna vez a otra persona de la misma manera?

¿Estaré pensando que mis sentimientos valen más que los de la otra persona?

Y de ahí viene la siguiente reflexión:

Me siento herido, pero eso no significa que la otra persona sea mala o en verdad quiera hacerme daño. Simplemente la otra persona no conoce toda mi vida ni mi pasado, igual que yo no conozco el suyo, y no sabe lo que traigo guardado en mi historia personal.

El perdón no se pide, se da... Y la razón más importante para darlo es que me libero de una gran carga.

¿Qué prefieres? ¿Ser feliz o tener la razón? 

Desconozco su autor


jueves, 26 de enero de 2017

Hay personas que nunca pueden ser felices porque dejan que su felicidad dependa de mil y un detalles. Personas que tienen en sus vidas el miedo al mañana ya incrustado.
La felicidad a veces nos pasa al lado y ni siquiera la vemos. Aprende a sentirla, a valorarla, a descubrirla.
Los problemas, las angustias, la incomprensión y el desespero son cuestiones pasajeras. 

Todo pasa, mañana cuando vuelva a salir el sol verás más claro tu camino y la tormenta de ayer te parecerá tonta y sin sentido.

Sé feliz todos los días, tienes miles de motivos para serlo. Cuenta todas tus bendiciones y te sorprenderás. Disfruta a diario cada momento. 

Ríe, sí Ríe, mucho y no permitas que la tristeza se pose en tu rostro.

La felicidad no es inalcanzable, está a tu lado todos los días, sólo debes descubrirla y no dejarla escapar. La felicidad se compone de tantas partes que siempre faltará alguna.

No hay deber que descuidemos tanto como el deber de ser felices.

Felices los pobres, felices los que lloran, 
Felices los pacientes, 
Felices los hambrientos y sedientos, 
Felices los compasivos,
Felices los de corazón limpio, 
Felices los pacificadores y 
Felices los que son perseguidos.

Desconozco su autor
 

miércoles, 25 de enero de 2017

Llegó una vez un profeta a una ciudad y comenzó a gritar, en su plaza mayor, que era necesario un cambio de la marcha del país.

El profeta gritaba y gritaba y una multitud considerable acudió a escuchar sus voces, aunque más por curiosidad que por interés.

Y el profeta ponía toda su alma en sus voces, exigiendo el cambio de las costumbres. Pero, según pasaban los días, eran menos cada vez los curiosos que rodeaban al profeta y ni una sola persona parecía dispuesta a cambiar de vida.

Pero el profeta no se desalentaba y seguía gritando. Hasta que un día ya nadie se detuvo a escuchar sus voces. Mas el profeta seguía gritando en la soledad de la gran plaza. Y pasaban los días. Y el profeta seguía gritando. Y nadie le escuchaba.

Al fin, alguien se acercó y le preguntó: "¿Por qué sigues gritando? ¿No ves que nadie está dispuesto a cambiar?"

"Sigo gritando" -dijo el profeta- "porque si me callara, ellos me habrían cambiado a mí."

P. José Luis martín Descalzo

martes, 24 de enero de 2017

El mundo acelerado en el que vivimos nos vuelve impacientes e irritables y nos impide gozar de las maravillas del mundo.

Tratamos de apresurar la madurez de nuestros niños. 

A los cinco años, le decimos: 
¿Por qué no te comportas como una persona mayor? 
Queremos que se comporten como adultos, no porque sea mejor para ellos, sino porque es más cómodo para nosotros. Y nos privamos así de que nos ofrezcan su frescura, curiosidad, asombro y su alegría espontánea. 

En cierta ocasión, un padre preguntó al rector de una universidad si el plan de estudios no podía simplificarse, a fin de permitirle a su hijo concluirlo "por medios más rápidos". 

Ciertamente -le respondió-, pero todo depende de lo que usted pretenda hacer de su hijo. 

Un roble le toma cien años para crecer. 

A una calabaza, le bastan dos meses. 

La naturaleza suministra abundantes indicios de que nuestro ritmo apresurado no es natural. 
Cuando uno abandona la ciudad y camina entre los árboles que crecen lentamente y las montañas silenciosas, uno absorbe un poco de la calma y tranquilidad de la naturaleza. 
El sol se tomará siempre el tiempo que necesite para salir y para ponerse. No se le puede apresurar. 

Sin embargo, en el mal uso de la paciencia corremos el riesgo de volvernos espectadores inactivos, en vez de hombres de acción, capaces de contribuir a que acontezca lo mejor. Paciencia no significa pasividad, es decir, esperar que todas las cosas se nos den hechas. 

Es más bien el principio de comenzar anticipadamente y tomarse el tiempo que uno requiera para hacer las cosas. 

Las mejores cosas de la vida no pueden apresurarse. 

Harold Kohn


lunes, 23 de enero de 2017

Mi momento favorito del día es la puesta del sol. Es generalmente un momento de quietud y tranquilidad para mí, cuando las actividades del día terminan. Más que todo, me encanta estar fuera en ese momento, para ver la caída del sol.

Siempre me ha inspirado la belleza de la puesta del sol, pero sorpresivamente las puestas del sol más hermosas son aquellas donde los rayos del sol pasan a través de las nubes. La interacción de la luz y las nubes crea matices maravillosos y escenas espectaculares. Una puesta del sol sin nubes no produce efectos tan dramáticos.

Con nuestras vidas ocurre casi lo mismo. La manera en que una persona se enfrenta a las dificultades exhibe su verdadera belleza. Sean nubes o pruebas, Dios puede usar algo que consideramos negativo, para producir resultados maravillosos.

La Biblia nos enseña a no acobardarnos por los problemas que vienen debido a nuestra fe. En cambio, debemos dar gracias por ellos y hasta regocijarnos. Algunas de las más hermosas obras maestras de Dios son creadas cuando hay nubes.

"También nos gloriamos de los sufrimientos; porque sabemos que el sufrimiento nos da firmeza para soportar". Romanos 5:3

Desconozco autor.

viernes, 20 de enero de 2017

Mostraré mi amor siendo paciente, aún cuando preferiría estar impaciente y desesperarme. 

Mostraré mi amor perseverando, aún cuando podría ser más fácil renunciar: 

Mostraré mi amor sonriendo, aún cuando preferiría quejarme. 

Mostraré mi amor diciendo "gracias" por todas las cortesías y amabilidades que me demuestren, sin importar lo pequeñas o triviales que parezcan. 

Mostraré mi amor ofreciendo una actitud caritativa, aún cuando en realidad no quiera, desde situaciones simples como mantener una puerta abierta a alguien, ayudar a limpiar un desorden que yo no hice o tomar un momento para ser amable con un extraño que tenga un problema ( O no importando que sea el vecino que mas mal me cae). 

Mostraré mi amor buscando oportunidades de ofrecer una palabra o una acción agradable a alguien más a tener un día mejor o más bonito. 

Mostraré mi amor adquiriendo el hábito de decir frecuentemente "te amo" a quienes están cerca de mí, tales como los miembros de mi familia y amigos queridos. 

Mostraré mi amor trabajando con alegría inclusive cuando amanezca con mucha flojera. 

Mostraré mi amor siendo sincero, aún cuando una pequeña mentira se adaptaría mejor a mis propósitos. 

Mostraré mi amor llevando a cabo todas mis actividades con integridad. 

Mostraré mi amor manteniendo mi boca cerrada, aún cuando preferiría chismorrear o criticar a alguien que esté cerca o me resulte antipático. 

Mostraré mi amor manteniendo en reserva un secreto, aún cuando referiría contarlo. 

Mostraré mi amor diciendo una palabra amable, aún cuando me parecería mejor mostrar una actitud de autoridad con una palabra dura. 

Mostraré mi amor siendo cortés en lugar de ser brusco o grosero. 

Mostraré mi amor perdonándome a mí mismo y a los demás en vez de culparme y condenarlos. 

Mostraré mi amor pensando en los demás en lugar de ser desconsiderado y desatento. 

Mostraré mi amor ofreciendo amistad a los desamparados y solitarios. 

Mostraré mi amor comprometiéndome en lugar de dar la espalda, desentenderme o justificarme. 

Mostraré mi amor diciendo y practicando el "puedo" en lugar de no se puede. 

Mostraré mi amor exigiendo justicia y rectitud para mí mismo y los demás. 

Mostraré mi amor aceptando nuevas ideas, aún cuando me sienta mas seguro teniendo prejuicios. 

Mostraré mi amor practicando todos los días una buena acción, aún cuando no esté obligado ni comprometido, simplemente porque quiero hacerlo. 

Mostraré mi amor controlando mi temperamento, aún cuando preferiría manifestarlo. 

Mostraré mi amor evitando riesgos que pongan en peligro a los demás o a mí mismo. (Incluye el hábito del tabaquismo, alcoholismo, gula, pereza, etcétera) 

Mostraré mi amor practicando la prudencia y el buen juicio en todas mis acciones. 

Mostraré mi amor evitando que abusen de mí, me maltraten o me pongan en ridículo y por supuesto evitaré abusar, maltratar o poner en ridículo a alguien. 

Mostraré mi amor practicando estas sugerencias de amor, hoy y todos los días de mi vida. 

Desconozco autor.


jueves, 19 de enero de 2017

Valorar y reforzar las fuerzas positivas de nuestra alma:

Descubrir y disfrutar de todo lo bueno que tenemos, no tener que esperar a encontrarnos con un ciego para enterarnos de lo hermosos e importantes que son nuestros ojos.

Asumir después serenamente las partes negativas o deficitarias de nuestra existencia: No encerrarnos masoquistamente en nuestros dolores.

No sufrir por temores o sueños de posibles desgracias que probablemente nunca nos llegaran.

Vivir abiertos al prójimo: Pensar que es preferible que nos engañen cuatro o cinco veces que pasarnos la vida desconfiando de los demás.

Ceder siempre que no se trate de valores esenciales. No confundir valores esenciales con nuestro egoísmo.

Tener un gran ideal: algo que centre nuestra existencia y hacia lo que dirigir lo mejor de nuestra existencia, Aceptar la lenta maduración de todas las cosas, dar cada dia un paso.

Creer descaradamente en el bien: Tener confianza en que a la larga -y a veces muy a la larga terminara siempre por imponerse.

No angustiarse si otros avanzan aparentemente más deprisa por caminos torcidos. Creer también en la eficacia del amor. Saber esperar.

Elegir, si se puede un trabajo que nos guste:. Y si esto imposible tratar de amar el trabajo que tenemos, encontrando en él sus aspectos positivos.

Revisar constantemente nuestras escalas de valores:. Cuidar que el dinero no se apodere de nuestro corazón... Descubrir que la amistad , la belleza , la naturaleza, los placeres artísticos y muchos otros valores son infinitamente más rentables

Descubrir que Dios es alegre: Que una religiosidad que atenaza o estrecha el alma no puede ser la verdadera, porque Dios o es Dios o es un ídolo.

Procurar sonreir, con ganas o sin ellas: Estar seguros que el hombre es capaz de superar muchos dolores, mucho más de lo que el mismo hombre sospecha.

P. José Luis Martín Descalzo

miércoles, 18 de enero de 2017

Cuando estemos en medio de una tormenta es mejor callar, así observaremos lo que sucede y desde entonces encontraremos una solución; mientras que si nos unimos a los gritos y al desespero no habrá ni solución ni comprensión de lo que sucede, así es en la vida real nuestro silencio en medio de las discusiones demostrará nuestra madurez y al mismo tiempo nos dará la oportunidad de pensar en una solución.

La calma y el silencio ante una discusión bajará los ánimos, comienza a practicar este principio y encontrarás grandes progresos en tus relaciones humanas.

Fabrica tu propia paz en medio de las discusiones entre familiares amigos y conocidos, marca la diferencia eres hijo de Dios.

Desconozco su autor


martes, 17 de enero de 2017

Colocarte en el lugar de otra persona implica ser uno con el otro por un instante, para saber cómo siente y piensa, a diferencia muchas veces de lo que nosotros creemos o interpretamos acerca de ellos. 

Estar en el lugar de otro, de vez en cuando, especialmente cuando vas a criticarlo, evitará dejarte llevar por la reacción y cometer una equivocación. 

Hoy pensaba que eliminar la crítica y el juicio de nuestra vida diaria es una tarea difícil de realizar, especialmente si has sido formado en este principio. Al mismo tiempo, reflexionaba en lo pacífica que se tornaría nuestra existencia si lo lográsemos. Piénsalo por un momento... ¿Estás de acuerdo? 

Siempre es más fácil ver desde afuera los errores que cometen los demás, pues fuimos enseñados a fijar nuestra atención en otros y no en nosotros. 

Algunas veces la actitud crítica se vuelve un hábito difícil de concientizar; otras veces son la rabia, el dolor, la frustración, la envidia o los celos, la fuente de motivación para criticar duramente al otro, sin darnos cuenta que ignoramos una de las leyes que preserva el equilibrio del Universo, la Ley de acción y reacción, que es la causante de que todo lo que hagamos o entreguemos a los demás, nos sea devuelto siempre en la misma dirección, e incluso con mayor intensidad en casi todos los casos. 

De esta manera la vida nos permite aprender al experimentar en nosotros mismos las consecuencias de nuestra forma de actuar. 

La próxima vez que sientas ganas de hacer algún comentario negativo acerca de alguien, detente y reflexiona: 

¿Puedes con tu comentario mejorar su actitud o comportamiento; o tal vez darle solución a esa situación, o evitar un conflicto, o enfrentamiento posterior? Si la respuesta es no, detente, porque puedes causar más daño que bienestar. 

Si la respuesta es sí, entonces escoge el momento y las palabras que usarás para compartir con ellos tus sugerencia, dirigidas a construir y aportar.

"Camina por la vida suavemente para no herir a otros y al mismo tiempo hazlo con firmeza para dejar una huella producto de tu diferencia".

Sigamos siempre la enseñanza de Jesús: "Ama a tu prójimo como a ti mismo".

Desconozco su autor


viernes, 13 de enero de 2017

Muchas personas viven un amor fracasado con tal persistencia, que una vida entera no les basta para superarlo. Enviudan sin que se les haya muerto nadie, y, con las heridas abiertas, recuerdan día a día los detalles de su pasión truncada, como si los sucesos hubiesen ocurrido ayer. Clavados en un duelo no resuelto, mantienen un luto eterno que les impide respirar aire fresco y despejar la nostalgia.

Convertidos en estatuas de sal, miran sólo hacia atrás, mientras dejan pasar nuevas oportunidades de formar pareja. Aferrados a una relación amorosa que hace rato ya murió, son incapaces de dar vuelta la hoja para vivir el presente y el futuro. A pesar de sí mismos, se quedan pegados emocionalmente en el pasado.

Cuando se está enfermo de otro, obsesionado y desesperado perpetuamente por una relación imposible, es fácil que los sentimientos puedan confundirse. Así, podemos creer que es amor lo que quizás sea más bien tristeza infinita o rabia por el abandono, o culpa por sobrevivirlo, o miedo al vacío, o una manera de vengarse por la traición y el agravio recibidos.

Quizás simplemente sea nuestro ego obstinado, que se niega a admitir una derrota. Voluntariosos, nos cuesta tolerar que las cosas no salgan de acuerdo a lo planeado, o quedamos atragantados con tantas palabras y sentimientos que nunca lograron ser expresados. Orgullosos, nos es difícil soportar que el otro viva feliz sin nosotros, menos aún aceptar que tal vez desaparecimos de su vida sin dejar rastro.

También puede ser un exceso de lealtad a una historia vivida con intensidad o simple rebeldía frente a una pérdida lamentable, o una forma particular de hacerle un homenaje a quien se quedó con nuestras ilusiones.

O quizás sean profundas añoranzas de los buenos momentos, o expectativas falsas a las cuales seguimos apegados, o un insondable hastío por todos los sueños que se nos han desmoronado, o un temor incontrolable a la incertidumbre. Tal vez sean heridas de la infancia o los gritos acallados del pasado que sólo encuentran salida a través de una memoria obcecada.

Los duelos toman tiempo, y es bueno que usted se tome el suyo. Pero si se ha convertido en viudo del amor, necesita con urgencia entender que es su devoción la que ha mantenido vivo este amor ausente.

El secreto para salir del laberinto de la añoranza consiste en saber darse por vencido. Si deja de insistir y se retira, inevitablemente se extinguirá la pasión que desde hace mucho sólo habita en su fantasía. Acepte de una vez que perdió esta batalla.

Aúne voluntad para dejar ir la tristeza que le ha acompañado con tanta fidelidad durante su larga travesía por la soledad. Renuncie indeclinablemente a la nostalgia y regrese del sueño en que ha estado sumergido. Congelado, usted no ha permitido que otros fuegos entibien su alma. Ensimismado, ha girado una y otra vez alrededor de sus propias tristezas.

Paralizado, no ha dejado que lo ayuden, paseándose por el mundo con el rostro incólume y la excusa perfecta para no comprometerse. Ha dedicado demasiadas energías a esconder su corazón destruido, transformándolo en un escudo impenetrable. No desperdicie más su enorme capacidad de amar y ábrales las puertas a nuevas presencias.

Tenga cuidado, porque el dolor distrae y fácilmente se vuelve en costumbre. Para todo hay un límite en la vida, también para el llanto y la espera. Seque las lágrimas que aún quedan en sus ojos; encontrará la calma. Deje ya de vivir agonizando, sepulte las ilusiones sin destino y cubra su obstinación con tierra fresca.

Despídase de ese amor agotado y marchito, vuelva a mirar hacia adelante. Entierre por fin a sus muertos y déjelos descansar en paz. 

Eugenia Weinstein


jueves, 12 de enero de 2017

Una persona, un gesto, puede cambiarnos la vida. 

Pero así como pueden cambiárnosla a nosotros, también pueden cambiársela a los demás. 

Por eso es importante que siempre recordemos que somos personas, y que somos dueños de nuestros gestos. 

Y que al vivir en un mundo de relación, en contacto con otras personas, nuestra propia persona y nuestros gestos pueden cambiar la vida de los demás.

¿Nos pusimos a pensar simplemente en el valor de una sonrisa? 
Cuán diferente nos sentimos cuando se nos recibe con una sonrisa, en lugar de una mueca o sólo con indiferencia. 

Qué distinto nos predispone la amabilidad, una palabra cálida, un gesto de cariño, una caricia, un beso, una manifestación de ternura.

En cambio la grosería, el desprecio, la indiferencia, el maltrato, pueden destruirnos.

Tratamos de ir por la vida sembrando amor y respeto; y no siempre recibimos lo mismo. 

Pero eso no debe hacer que nosotros cambiemos, porque, entonces, estaríamos imitando modelos que repudiamos.

Si algo nos lastima, tratemos de cambiarlo; y si no podemos, apartémonos de ello. Pero no emulemos su accionar. 

Recordemos que esas, nuestras acciones, pueden cambiar la vida de los demás. Y lo lindo es cambiar la vida de los demás para bien, para mejor. 

Lo bueno es cambiar lágrimas por sonrisas, tristeza por alegría, desprecio por consideración, odio por amor, maldad por bondad. Siempre, lo bueno, es cambiar malo por bueno. 

Obremos de modo tal que, en nuestro paso por la vida de los demás, sembremos sólo amor. 

Seguramente cosecharemos más de lo que nos podemos imaginar. 

Desconozco su autor

miércoles, 11 de enero de 2017

Cuando hablas con los tuyos, cuando les reprendes, cuando les llamas la atención, cuando les exiges algo, les sueles gritar, ¿verdad? Te pregunto: ¿por qué gritas?

Me dices que tienes la razón. Si tienes la razón, ¿para qué quieres los gritos? ¿La razón necesita de los gritos para ser reconocida y aceptada?

Entonces la razón que tienes es muy débil; no necesitaría de gritos, ni de otra cosa, si fuera suficientemente fuerte.

Si no tienes razón, ¿para qué gritas? ¿Es que pretendes imponerte por los gritos sin tener razón?

No te ilusiones, nunca los gritos fueron convincentes; ha­rán callar a tus inferiores, pero no los convencerá; y hacerte obedecer de alguien que no esté convencido, es imposible.

Si tienes la razón y expones la razón solamente con la fuerza del convencimiento, serás efectivo y llegarás mejor al corazón de los demás.

Desconozco a su autor