Desprendernos del sufrimiento debería ser algo fácil si llegáramos a la comprensión profunda de lo que significa y tomar la adecuada actitud para desprendernos de él. El problema radica en que el ser humano no quiere desprenderse de él por extraño y paradójico que parezca porque en el mayor de los casos el sufrimiento puede ser un mecanismo de defensa para la persona, para liberarse de los riesgos y las responsabilidades que los cambios ocasionan.
El resolver los conflictos que producen los trastornos emocionales es para el individuo que los sufre una excusa para quedarse sin el soporte, convenciéndose de que no sufre auto-engañándose. Si la persona se niega a admitir sus sufrimientos como un lastre esperando la compasión de los demás e ir al encuentro de su apoyo, solo se encarcelara a sí misma y a su propio sufrimiento.
La presencia del miedo emerge y hace su labor prefiriendo esa situación indeseable a romper las cadenas que lo pueden llevar a la liberación. Esperan la opinión de los demás, razón por la cual abandonan la lucha prefiriendo vivir reprimidos, en estados de indiferencia u odio. Adoptan la aptitud de no importarles nada apareciendo como mártires de sus sufrimientos, porque así no se nos exige nada y se nos respeta nuestra debilidad y nuestro dolor. Nos aferramos al pasado y lo utilizamos como norma de rutina de conducta con la que nos protegemos del peligro y de cometer errores, no viendo el verdadero error de nuestra propia conducta.
El proceso al apego al sufrimiento se basa en no hacer lo debido inclinándonos a lo dramático, violento y agotador. Algo totalmente nefasto para nuestra propia conciencia es la auto-compasión o sentimientos de culpa y las actitudes que nos transportan a la niñez.
La proyección continua en el pasado y el miedo al futuro son los factores más seguros para el apego al sufrimiento y resulta que vivir en el presente es indispensable para tomar una actitud necesaria de comprensión de lo que nos pasa
LA LIBERTAD
El apego al sufrimiento no admite cambios; el temor a los cambios nos hace vivir en nuestro propio óvulo como escudo, ya que el miedo a conseguir la libertad emocional no nos permite cambiar de actitud con la que nos acogemos al sufrimiento. Para ganar la libertad y desprendernos del propio sufrimiento nos lo tenemos que proponer con todas nuestras fuerzas. Pero no se puede tener libertad sin riesgos ni responsabilidades. No podemos ser amados si no amamos a riesgo de sufrir la pérdida del amor y seguir a pesar de todo creyendo en el amor como fuente de donde fluye todo
Cuando el ser humano de deshace de su amargura de sufrimiento es cuando llega a ser libre, entonces es responsable, porque la libertad es el camino de hacer y dirigir las propias acciones y la vida.
El ser libre y tener libertad no es tan sencillo, implica Ser uno mismo sin que nadie ni nada lo controle y dirija sus sentimientos ni sus acciones y esto solo se logra con la madurez emocional y el ser sueño de uno mismo.
El primer paso es desarraigar el, derrotar al gran enemigo interno, el que nos tiene esclavizados. El es el mayor destructor de la humanidad, ya que nos tiraniza paralizándonos sin poder tomar medidas sobre lo que nos está acaeciendo. Toda nuestra facultad creadora se ve destruida por el miedo.
EL MIEDO
En la realidad el miedo no existe, es una respuesta mental a la supervivencia de la especie ante el peligro. Hay muchas teorías respecto al miedo y muchas formas de manifestarse. El miedo se puede combatir con amor, el amor verdadero a todo lo que es, no conoce el miedo. El miedo esta desprovisto de amargura, es una energía que engendra vida y felicidad, mientras que el miedo al sufrimiento, se fusiona con las emociones negativas.
Mario Martínez
0 comentarios:
Publicar un comentario