Eventos tales como el cambio de ciudad o colegio, el divorcio de sus padres o la muerte de un familiar cercano puede afectar notablemente la estabilidad emocional de un niño.
La separación de los padres es una de las situaciones más estresantes para un niño y la mayoría de estos se opone al divorcio de sus padres.
En ocasiones puede que sea solo por un tiempo mientras se adaptan a la situación.
Pero en algunos otros casos, se llegan a desarrollar secuelas que impactan al niño y sus efectos llegan a ser destructivos durante la adolescencia.
Si su hijo ha sufrido la pérdida de un familiar o un ser querido, es fundamental el acompañamiento en este duelo, una persona que tenga fuerzas para apoyarle y reconfortarle.
No todas las situaciones anteriores requieren atención psicológica.
Pero descartar la necesidad de ayuda de un psicólogo es fundamental para garantizar el bienestar infantil y para brindarle ayuda a tiempo en caso de requerirla.
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